“Cuanto peor mejor para todos, y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”
M. Rajoy
Creo que todos recordamos algún compañero chupón, que cuando jugaba al fútbol o baloncesto, se hacía dueño de la pelota hasta que encestaba, metía gol, o como la mayoría de las veces, la perdía.
El chupón extremo es egoísta al límite, y no nos debe confundir. Parece que busca lo mejor para el equipo, pero sólo si la victoria es conseguida con sus goles, si no, si no juega, preferirá que el equipo salga derrotado.
Recuerdo la imagen de Cristiano Ronaldo enojado con uno de sus compañeros tras haber marcado un gol, en vez de dejar que lo marcara él. Éste sería un buen ejemplo, pero hay chupones en muchas facetas de la vida, y con acciones que en ocasiones cuesta comprender.
¿No debería una persona querer lo mejor para el conjunto? Pues debería, pero no siempre es así, y a veces nos encontramos situaciones paradójicas, como la contradicción en el chupón.
Un día el chupón opina que el equipo debería jugar con un falso nueve, pensando que así él marcaría más goles, como finalmente quien los marca no es él, sino su compañero, entonces a la semana siguiente dice que lo mejor sería jugar con un clásico 4-4-2.
Un día el chupón afirma que habría que confinar el país más todavía, cuando sucede, entonces dice que eso paraliza la economía. Otro día que el plan de desconfinamiento es un sudoku, y así, sucesivamente todo le parece mal; incluso lo que él mismo había dicho anteriormente. Y es que al chupón solo le interesa el poder, el gol, y sólo quiere lo mejor para el país, si es él quien dirige el barco.
Gente tóxica, que exclama una y otra vez que todo lo da por su equipo, sus colores, su bandera…. Palabras mezquinas que se lleva el viento, porque el extremo egoísmo del chupón, considera que la derrota de su equipo, cuando él no está, lo llevará de nuevo a ser el delantero titular, y ése es su único interés, “el suyo beneficio político”.
Pascual López
